Calzada romana de Irús

Calzada romana de Irús etapa en la  3ª Etapa Nava de Ordunte – Espinosa de los Monteros 35 Km.

Los romanos invadieron la Península Ibérica ­Hispania, como ellos la llamaron­ en el año 218 antes de Cristo, y su dominio imperial directo duró hasta el 411 de nuestra era. Fue más de medio milenio de romanización, que exigió la construcción de una red de carreteras o calzadas de vocación comercial, económica y militar.
Calzada romana de IrúsUna de las vías más importantes comunicaba Astorga, en León, con Burdeos, atravesando los Pirineos por el actual Roncesvalles. Un ramal de esa vía principal se desviaba desde Herrera de Pisuerga (en latín, Pisorica), en tierras palentinas, para dirigirse a Reinosa, donde se ubicaba la ciudad romana de Juliobriga. Desde ésta bajaba al valle de Mena, Balmaseda, Avellaneda y, finalmente, el puerto de Flaviobriga, la actual Castro Urdiales, atravesando la tierra de los autrigones.

Al , comienzo de la caminata, se abre la vista a los pastizales lozanos. Entre San Juan y San Pedro ha florecido la hierba de San Juan, de flores amarillas, símbolo solar, que, como otras plantas, se debe recoger ahora. Ya lo dice el refrán: mañanicas de San Juan, mozas, vámonos a coger rosas.

Nuestro recorrido por ella comienzo en el pueblo de Arceo,

junto a su iglesia de San Pedro. Al comienzo a la izquierda tenemos prados  y a la derecha monte. Después todo monte con el río Hijuela a la izquierda. La calzada se conserva en perfecto estado en algunos tramos., presentan robustos muros de contención en los márgenes y un firme con mas de cuatro metros de anchura, está adoquinada y con un cordón central de canto rodado.
Los linderos de la calzada están formados por espesos setos de servales, avellanos y madreselvas, que florecen al comienzo del verano y aromatizan el camino, también hay abundantes cerezos, cuyas frutas sirven de alimento a pájaros y también a zorros y otros pequeños mamíferos que aprovechan las que se caen al suelo.
Animales todos ellos que son fáciles de ver si caminamos en silencio.
Se va empinando la calzada y a nuestra derecha vemos una capilla panteón y el cementerio de Irus, un  poco ma arriba la Iglesia de San Millán y el núcleo urbano.
Y fin de la calzada donde tenemos fuente, con buena agua, aunque sin tratar.

Figura de corazón

El verano anuncia la plenitud de la vida y, en el río, las libélulas y caballitos del diablo emergen de las aguas para conquistar la vida aérea. Estos odonatos presentan colores vivos y brillantes, dos pares de alas transparentes y grandes ojos compuestos.
Al copular en alguna ramilla, macho y hembra forman una simbólica figura de corazón.
El camino va paralelo al río, sin pérdida, y atravesamos dos alambradas,  nos sorprende la espesura forestal de los encinares, que conviven con el hayedo.
El río se despeña en dos bellas cascadas con pozas cristalinas. Esas aguas carbonatadas forman depósitos calcáreos que, junto con los musgos y otras plantas, dan lugar a la piedra de toba. En las pozas abundan unos pececillos de cuerpo plateado llamados piscardos o chipas (Phoxinus phoxinus).
Se trata de una especie bastante asociativa, que nada en grupos más o menos numerosos. Se alimentan de pequeños invertebrados fluviales, como los tricópteros o canutillos que vemos en el lecho del río.
Después de esto llegamos a Irus.

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